viernes, 3 de julio de 2009

lector in urbis

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LECTOR IN URBIS:

espacio urbano y estrategias narrativas

                                            

 

“...frente a los centros que siguen soñando sus raíces,que siguen protegiendo su Edipo, los márgenes, las fronteras, están en proceso aceleradísimo de fusión y de transformación.”  J.M.Barbero,1994  

 

                                                                                             

1. LA CIUDAD COMO TEXTO

 

Las ciudades, los espacios considerados como lugares urbanos, pueden ser abordados como un texto o conjunto de textos espacio-temporales dotados de sentido, de efectos de sentido  globales que se expresan a través de las formas de vida urbana, de los “estilos urbanos”, o por la aparición constante y cambiante de una red de programas de funciones o usos  (esteretipados o significantes) : tomar un taxi, encontrar a un amiga, ir al cine, regresar a la casa, ir al trabajo, realizar una manifestación pública, subir una escalera, asomarse a la ventana para ver lo que ocurre,etc.

La definición de texto aquí utilizada es homologable con algunos  postulados de la semiótica contemporánea Se trata de un uso “transversal”  de la noción de texto  no orientada exclusivamente a una tendencia sino hacia la búsqueda razonable de una necesaria confrontacion de nociones y modelos.Podríamos decir que, en el fondo, nos anima la idea ( la cual creemos reside del mismo modo en el discurso teórico de U.Eco) de producir una extensión y una complejización del modelo glosemático de Hjelmslev hacia un estructuralismo de tipo genético y dialéctico. De esta manera podría superarse las limitaciones teóricas del concepto de coherencia y homogeneidad interna de los textos que aplicada al caso de la ciudad resultaría finalmente ineficaz o insuficiente.Las ciudades y mucho más en el caso de la ciudad latinoamericana deben describirse, en todo caso, a través de lecturas y modelos no únicamente centradas en la noción de texto cerrado y autónomo.

 

El texto, como noción teórica proveniente de la semiótica textual e interpretativa, es un artificio semiótico, un dispositivo sígnico que produce sentido de acuerdo a determinadas reglas sintácticas, semánticas y pragmáticas (Eco 1979). El texto es también considerado como lugar donde son puestos en escena simulacros de conversación entre autores y lectores (aquí entre actores y escenarios urbanos) previamente inscritos en el texto mismo a través de huellas o estrategias narrativas y discursivas. El texto-ciudad sería visto entonces como  conjunto mas o menos articulado de huellas, programas, itinerarios que para cumplirse efectivamente requieren de la participación activa de los usuarios-lectores. Pero al mismo tiempo como un lugar para la realización de pruebas, adquirir competencias,  llevar a cabo acciones,  realizar programas narrativos y discursos espaciales.(Greimas, 1972. Bettetini, 1980)

Uno de los objetivos principales de este trabajo podría ser la precisión de algunas estrategias que la ciudades como textos establecerían a nivel discursivo en cuanto a la configuración de un lector ,de un usuario o habitante. Será pues relevante, no  tanto la noción de un lector-usuario empírico sino la de lector modelo o de segundo nivel (Eco 1995). Es por todo ello el uso del título de lector in urbis parafraseando al lector in fabula de U.Eco  definido como un lector-usuario confabulado del texto-ciudad que acepta o no los contratos narrativos y de uso propuestos, que se anticipa a ellos, que los imagina o los crea : programas lúdicos o míticos, cognitivos o pragmáticos, significantes o estereotipados .

Una ciudad es vista como texto o urdimbre de textos. Un Texto-ciudad que prevee ciertos movimientos cooperativos del lector (habitante o "extranjero") excluyendo otros. El usuario-lector de la ciudad-texto debe confabularse con sus tramas para leer, a partir de la superficie textual y en profundidad, las fábulas propuestas.

 

 

 

2. LECTOR IN FABULA-LECTOR IN URBIS

 

En semiótica interpretativa y textual es importante la prefiguración de un lector-usuario del texto diferenciable al menos en dos instancias o niveles.

 

a)El lector empírico que efectiva y concretamente emprende la lectura o trabajo interpretativo en determinadas condiciones y dotado de enciclopedias particulares y locales que le pertmitirían diversas topicalizaciones de los niveles temáticos dispuestos “estratégicamente” en el texto: Es el nivel del lector de “primer nivel”.

b)El nivel textual propiamente dicho (interior al texto) que se traduce en un conjunto de marcas, signos o huellas, finalmente estrategias o “movimientos cooperativos” delineados o difusos propuestos por la arquitectura  misma del texto. Este nivel, del lector in fabula, debería coincidir finalmente con la estructura del texto mismo, con la redistribución de las estrategias discursivas: previsiones de algunos movimientos e itinerarios en vez de otros, selecciones cotextuales y contextuales, frames enciclopédicos señalados, proposiciones explícitas o implícitas de contratos narrativos  a seguir, paseos inferenciales. Es el nivel del lector modelo  o lector de “segundo nivel”.

 

Nuestro lector in urbis es un lector in fábula  según ciertos grados de inserción en las tramas del discurso  urbano-arquitectónico.

El lector empírico decide usar /interpretar  la ciudad y sus espacios en base a los programas narrativos propuestos por el texto urbano, a las enciclopedias locales delinedas en los laberintos urbanos. El punto central es ese lugar de relaciones, de quiebres, de coincidencias parciales o globales, de rechazos  entre  lector-usuario real y lector in urbis, modelo dinámico  inscrito en el texto urbano. Precisamente en este punto puede comprenderse y releerse en una visión semiótica toda la densa problemática que gira contínamente en nuestras ciudades y en el interior de las unidades temáticas reconocidas como formas y estilos  de vida urbana ; alrededor de la etiqueta sociosemiótica de “malestar urbano”, “crisis urbana”, ideologías de lo urbano, lecturas y usos aberrantes  , no previstos.

 

 

3. IMPOSICION/DISPOSICION: dispositio dèbil, dispositio fuerte.

 

El lector in urbis será definible como un conjunto articulado de estrategias topológico-narrativas que se disponen en el interior del texto urbano para ser “reconocido” y actualizado por el lector empírico. Este último tenderá a aceptar global o parcialmente, o rechazar los itinerarios propuestos . Y esto en varios sentidos, o almenos dos, considerando sobre todo que el texto se le impone o dispone, y al mismo tiempo que el discurso urbano se vuelva dentro de una escala gradual más transparente u opaco en sus estrategias enunciativas al querer producir mayor menor adhesión (cognitiva o pragmática, manipulatoria o cohercitiva,etc) .

 

-El texto-ciudad impone (a nivel del discurso o de la enunciación) una fuerte aspectualización bien sea actoral, espacial, temporal o proxémica. El lector in urbis se configura entonces como una serie de algoritmos o secuencias narrativos fuertes o como una cadena de actos bastante prefigurada  (dispositio fuerte). Habría aquí que diferenciar a su vez, la imposición de efectos de enunciado “transparentes” de los efectos o de enunciación enunciada:  Así, por ejemplo, la figurativización de algoritmos de un programa narrativo canónico urbano como “pasear por una avenida” optaría por imponer a nivel de la manipulación una secuencia que el usuario no podría no aceptar. La ciudad-texto impone para su lectura la realización de secuencias de actos : desde lo ceremonial y sagrado ( códigos inviolables de uso) hasta lo cohercitivo de determinados programas de control y vigilancia .

 

 

-El texto urbano dispone, y generalmente a través de dispositivos aspectuales, un lector in urbis dotados de varias competencias enciclopédicas, a través de los cuales se configuran itinerarios no estrictamente algoritmicos y secuenciales. La dispositio débil estimula un mayor nivel de ambiguedad interpretativa. Aquí  el texto propone bien un efecto de adhesión  al tiempo y espacio de lo narrado (la historia urbana como hecho del pasado,por ejemplo) o bien un efecto de “distanciamiento”, desviando la percepción espaciotemporal hacia los signos y artificios que permiten sostener el efecto mismo de la ficción urbanística : a través de indicadores o índices  de la enunciación como, por ejemplo, los recorridos posibles en el interior de una trama urbana y la disposición o no en éstos de signos o marcas espaciotemporales de la realización del mismo recorrido urbano( señales urbanísticas). Son textos-ciudad que más que crear un efecto contractual de imposición (un no poder no aceptar ), se fundan sobre sistemas semióticos de prescripción, colocando al lector modelo en la modalidad de un poder no aceptar  y ofreciendo alternativas de uso y “contratiempos” urbanos.

 

En este punto, y ya que he introducido implícitamente algunas de las nociones utilizadas en el modelo greimasiano de la significación, creo pertinente agregar  lo que podría corresponder dentro del texto-ciudad a la noción de narratividad y programa narrativo . Evidentemente podemos ,simultáneamente a la consideración de un lector in fabula urbano ( o urbanìstico) , tomar en cuenta que ese mismo lector, como actante, figuraactor de la comunicación, adquiere también una presencia semiótica si lo hacemos “transitar” por la fases canónicas del parcours generative. Desde su constitución “profunda” como actante colectivo( grupo, clase social,etc) pasando por la virtualidad de los estados ( conjunción-disyunción) hasta su presencia “icónica” como figura y actor urbano , lugar de encuentro de roles ( temáticos, pasionales, actanciales y modales).El actor urbano podría interdefinirse aquí con el lector in urbis. Por otra parte,resulta ilustrativo ver el proceso narrativo de observación y contrato, de adquisición de competencia, realización de acciones y de sanción o reconocimiento, como un proceso análogo a lo que aquí llamamos  como el movimiento cooperativo del lector que lo debe conducir desde las tramas hasta la fábula urbana. El esquema narrativo canónico ( en base a la semiótica generativa de Greimas) podría redibujarse del siguiente modo:

 

Fase de Contrato y de observación              Pruebas                       Performances           Reconocimiento o sanción

                                                                 

Manipulación

Seducción                                 Adquisición de la competencia             Acción-realización                   .........................

El lector es colocado en las            El lector-usuario de la ciudad

diversas posiciones de un              debería atravesar por determinadas      El lector puede ver y                Es reconocido

cuadrado lógico-semántico:            fases narrativas que lo hagan                percibir la ciudad, sus               implícita o

Poder no aceptar, no poder            competente antes de alcanzar               espacios.Es partícipe                explícitamente

no aceptar,etc                             el status semiótico de actor urbano       de su sentido.                         como actor urbano

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Al mismo tiempo es interdefinible también, en este caso, la noción generativa de programa narrativo: la ciudad establece programas estereotipados o significantes ( Greimas, 1980) y queda de parte del lector in urbis la búsqueda, la abducción de programas expansivos que aún partiendo de un conjunto de programas de base los contradigan o subviertan.Los programas de base serían homologables a lo que aquí denominaremos como logotécnicas o discurso urbanístico en contraposición al discurso urbano, los imaginarios y los mundos posibles construídos.

 

4. DE COMO EL TEXTO -CIUDAD  PREVEE AL LECTOR:

  La ciudad como lugar de las estrategias.

 

En la obra de Umberto Eco dedicada a la semiótica textual (y sobre todo en su Lector in fábula) se encuentra una noción del texto que se apoya en cierto modo en la de estrategia.

Un texto es un producto cuya suerte interpretativa debe formar parte de su mecanismo generativo.Generar un texto significa organizar una estrategia que comprenda las previsiones de los movimientos del otro .

Como sabemos, este término se encuentra en el interior de una suerte de teoría general de los juegos (Game´s theory) y también en lo que podríamos denominar tentativamente como Games war theory.

En este caso se trataría de un juego y una estrategia de la inteligencia, del saber. En realidad lo que yo denominaría la exploración heurística de un juego cognitivo más que la referencia directa a la idea de combate o enfrentamiento.Esta metáfora me parece muy útil en el tema que nos ocupa.

El lector in urbis  se identifica (en varios grados) con el juego cognitivo que le propone silenciosamente la ciudad-texto. Jugar al ajedrez urbano de los posibles desplazamientos, los falsos indicios, las traiciones y subterfugios, las prohibiciones, a los “estímulos programados” o  indicaciones de “iconografías” arquitecturales que proponen itinerarios  reales o imaginarios.

El lector in urbis  es una aceptación del juego de la trama o de las tramas urbanas, detrás de las cuales se intentarán descubrir las fábulas  subyacentes. Se supone que una vez leídas las fábulas, la organización más o menos profunda que  sostiene las configuraciones discursivas de una ciudad , el lector in urbis comenzaría a escribir-reescribir la ciudad. Para Lotman, por ejemplo, y contrariamente al sentido común esto supondría en realidad que el habitante adquiriese la competencia de la mirada del extranjero conservando al mismo tiempo el saber del habitante.Es la doble mirada y el dialoguismo de Bakhtine.

Por otra parte las ciudades actuales (y desde hace ya varios siglos), lo que denominamos territorios urbanos, son textos regidos por escrituras diversas, anónimas, cambiantes. Lugares de fuertes desfases y contrastes sociohistóricos. En este contexto la noción de autor modelo es útil por cuanto  no se identifica como un único ente productor del discurso, sino con un conjunto heterogéneo de estrategias generales y “tácticas” menores  que disponen la posible generación del sentido de lo urbano : de “vivir” la ciudad, de usarla,de pensarla e imaginarla , de transformarla.El autor-modelo es la posibilidad cognitiva y pragmática, del reconocimiento de una entidad que crea un efecto semiótico de coherencia del texto-ciudad.

 

Pero el problema, y más aún en el caso de la ciudad contemporanea, está precisamente en la construccion teórica de estos niveles de coherencia o isotopías del texto-ciudad (como diríamos en el ámbito de la semiótica generativa). Una ciudad, una urbe, presenta al mismo tiempo un cruce de isotopías de diversa naturaleza .Greimas en su ensayo sobre la semiótica del espacio(Greimas,1980) proponía tres grandes isotopías axiológicas de lo urbano: lo estético, lo político y lo racional que, si nos fijamos bien correspoderían en cierto modo a la trilogía vitruviana de los valores conjuntos de lo bello, lo bueno y lo bien construído. Añadiendo a la vez las categorías sociedad vs individuo y euforia vs disforia Greimas establecía la base de un programa semiótico que progresivamente podría construir una suerte de gramática de la ciudad.

Pero, sin menospreciar este enfoque cuya utilidad es evidente, vemos que supone en el fondo la constitución de lo urbano más desde la mirada interior al texto, es decir de lo urbano como coherencia y regularidad interna, como “buena forma”, dejando fuera el problema de las actuales ciudades o urbes cuya textualidad requeriría además de este importante enfoque otros más acordes con el rasgo de liminaridad y frontera del cual hablaremos.

Podríamos ya inferir como hipótesis inicial que nuestras ciudades actuales, en "crisis” desde varios siglos como totalidad , diseminadas, dispersas, fragmentadas, no delimitadas como territorios únicos, atravesadas contínuamente por lenguajes diversos, motivan a una contínua revisión del dispositivo teórico-metodológico de la semiótica, y sobre todo de aquellas semióticas que parten de una imagen del texto como unidad acotada, dotada de coherencia, de marcas explícitas de intencionalidad comunicativa.  Una noción de texto que privilegia casi siempre la dimensión del sistema, del código, de lo immanente por encima de lo procesual.

 

La visión semiótica sobre la ciudad (lo urbano, que como veremos se puede contraponer a lo urbanístico) induce justamente a reformular aquella frase de que fuera del texto no hay salvación. Quizás la frase que conviene más en este caso es  en los límites del texto está la salvación, y veremos más adelante el sentido de este límite.

 

 

5. EL MAPA NO ES EL TERRITORIO                                                                                                           

 

Se nos presenta el problema de definir aquello que entendemos por coherencia  del texto ciudad, del texto urbano.Y aquí proponemos que el investigador debe estar atento al horizonte de aplicabilidad de las nociones y modelos en su confrontación con el mundo empírico. Mucho más aún cuando el lenguaje-objeto (la ciudad, la urbe) presenta, en su densidad sociohistórica, acumulaciones coexistentes y fuertes cambios de programas narrativos o de “uso”, de imaginarios urbanos, de itinerarios oficiales” y “aberrantes”, de traducciones o transcodificaciones.

En cada ciudad, aunque pueda recurrirse legítimanente a un “modelo canónico” de orden topológico (Lagoulopoulos,1978), conviven en correspondencias y contradicciones, múltiples lenguajes y sistemas simbólicos o semisimbólicos, puntos de vista narrativos e itinerarios adversos o concurrentes, finalmente conjuntos de ideologías de lo urbano. Greimas hablaba de la ciudad como lugar semiótico pluri-isotópico.

Sobre ellas, a partir de ellas, se justifica entonces la labor del semiótico-cartógrafo. Un hacedor de mapas, consciente de que su sistema de representación, de descripción y análisis, no coincide plenamente con la riqueza del territorio  (recordemos aquí la pequeña historia del mapa a escala 1:1 del emperador de Jorge Luis Borges).

 

 

6. TACTICAS Y ESTRATEGIAS URBANAS: Movimientos cooperativos

 

Si se habla aquí también de movimientos cooperativos es porqué se supone que el texto-ciudad  prevee, en sus tramas, lugares o espacios vacíos que deben ser llenados por la actividad interpretativa del lector in urbis.

Pero debemos postular que hay ciudades, espacios urbanos, donde estos movimientos cooperativos tienden a reducirse, casi a anularse o a crear un fuerte efecto de cooperación bajo reglas o estrategias de seducción-manipulación: itinerarios que tientan, intimidan, seducen, obligan bien a través del saber o del poder, (Palacio de Versalles vs Centro Histórico de Bologna, Plaza del Kremlin vs Plaza mayor de Bogotá, etc).Como dijimos antes, la ciudad-texto dispone o impone.Prescribe, señala , obliga.Los grandes movimientos o estrategias urbanas pueden estar representados, por ejemplo, y a partir de la revolución industrial, por los macrosistemas de simbolización del movimiento o del flujo y las redes de transporte y comunicación interurbana. Entre redes mayores y menores puede establecerse semióticamente la misma relación teórica que entre estrategia y tácticas.

A su vez, la simbolización de los desplazamientos y su textualización en los varios sistemas señaléticos y visuales (de superficie/ de subsuelo,  interurbana/extraurbana, central/periférica, grupal/individual, privada/ pública,etc ) nos puede permitir hablar con  propiedad de series homogéneas/heterogéneas, densas/difusas, de isotopías discursivas urbanas, es decir de un cierto nivel de coherencia de los itinerarios de lectura de una ciudad.

Un texto-ciudad puede pues disponer de grandes movimientos cooperativos, estrategias propiamente dichas: las grandes redes de intercomunicación dispuestas para comunicar los sectores urbanos entre sí o las macroredes para comunicar cada ciudad con otras ciudades.(metro urbano, redes de autobuses, vías, redes informáticas globales). Y también puede disponer de pequeños movimientos cooperativos: las microrredes de flujos a nivel del barrio, del sector, de la edificación ,desde la calle vecinal, la plaza, hasta los espacios de circulación comunes a los edificios.

La mayor o menor previsión y sobre todo el tipo o modelo de previsión del texto-ciudad nos daría la posibilidad de hablar, metafóricamente, de “ciudades ceremoniales”, “ciudades paranóicas” o “esquizofrénicas” cuyas cartografías y metalenguajes pretenden preveer todos o casi todos los desplazamientos y los usos.

 

Los films de Jaques Tatí de mediados de los cincuenta( sobre todo en “Play time”) parodiaban con inteligencia y humor los programas narrativos y de uso de la ciudad moderna europea, algo “paranoica” y esquizofrénica:  En medio de los artefactos, objetos y edificios diseñados “a la moda” Monsieur Hulot con su aparente torpeza infantil nos mostraba el lado ineficaz de los espacios y los artificios a través del uso inesperado y sus acrobacias inexplicables.En un film como “El último emperador” de Bertolucci nos acercamos a la imagen de una ciudad ceremonial donde los itinerarios deben cumplirse bajo la forma de episodios.

 

7. IMAGINARIOS URBANOS, ENCICLOPEDIAS LOCALES

 

Además de las ciudades como textos, la semiótica debe explorar los imaginarios urbanos  presentes en la literatura, el cine y en las  otras artes y prácticas significantes que resemantizan lo urbano : Son muy significativas las ciudades representadas, por ejemplo, en films como “Alphaville” de Godard, “The crowd” de Vidor, “Play time” de Tatí, “Roma” de Fellini, “París-Texas” de Wenders, “Brasil” de T.Gillian, “Blad Runner” de R. Scott, pero también los espacios urbanos verosimilizados por la literatura ,la radio,la prensa, por la redes informáticas y virtuales contemporáneas.

 

Una pregunta fundamental que nos conduce a otras: ¿a partir de que lugares del texto-ciudad contemporáneo se puede construir  la coherencia de un itinerario de lectura?

Teóricamente el lector introduce topics , selecciona niveles isotópicos  de lectura del texto urbano; hace contínuamente conjeturas, inferencias sobre el nivel tipológico-estilistico, iconológico: reconoce la plaza, la escuela, la estación de trenes, la casa, la avenida y posiblemente el estilo, las retóricas y poéticas correspodientes a las morfologías (Krampen,1970). Reconoce un campo semántico y efectúa selecciones contextuales en el interior de un texto (la ciudad) que se caracteriza por la presencia de múltiples niveles isotópicos simultáneos. Hace inferencias y reconoce itinerarios parciales,  construye-reconstruye las tramas . Se moviliza pragmáticamente, por abducciones, por conjeturas.

Estos desplazamientos son espaciales-figurativos y cognitivos al mismo tiempo.  Y pueden considearse como un saber-hacer y un saber-ver, una competencia del lector in urbis.

A otro nivel, luego de actualizarse el nivel discursivo, la noción de lector in urbis  supondría el internarse en las lógicas urbanas, en las estructuras propiamente narrativas de la ciudad. Ahora el lector urbano es capaz de leer sintéticamente la ciudad por “zonas” y comenzar a enlazarlas, a articularlas: a establecer pragmáticamente relaciones entre microproposiciones discursivas y macropropsiciones narrativas (Eco,1979). De la trama urbana pasa a la fábula urbana: de la ciudad como lugar de figuras, de actores y escenarios se pasaría a la ciudad como dinámica de actantes y lógicas narrativas. De los actores individuales al actante colectivo y a la consciencia de fuerzas temáticas urbanas (políticas, ideológicas,  macroprogramas, técnicas de planificación y control urbanístico).

Este es un nivel de “grandes” tematizaciones: Se aprende a leer la ciudad  como una “fábula” y por tanto como una o varias isotopías narrativas, topologías. Aquí se inserta el estudio de lo que hemos venido llamando imaginarios urbanos. Porque los imaginarios son verdaderos campos isotópicos narrativos que funcionan a nivel de una lógica global de la ciudad. Pero estas lógicas urbanas actualmente no se pueden reconducir a esquemas topológicos únicos y estables. 

                                                                                                       

Enunciados como “ciudad de los caballeros”, ”ciudad del narcotráfico”, “sultana del Avila”, ”Barcelona, ciudad oculta y secreta”, “ ciudad de los crepúsculos”, “ciudad de las mujeres fáciles y de los hombres galantes”, “ciudad de moros y ladrones”, “ciudad del pecado y la sodomía” “ciudad real”, ”ciudad luz”, etc, son también niveles isotópicos narrativos que por su valor semántico y pragmático determinan enteras enciclopedias locales  de lectura.

En efecto, un “extranjero” no podrá dejar de verse influído por este tipo de topic narrativo a la hora de leer una ciudad. Lo mismo ocurre , pero a otro nivel de la interpretación, con los mismos habitantes pero con la gran diferencia de que para ellos, estos imaginarios no tienen porqué poseer un nivel de realidad sino únicamente un efecto de marcación simbólica y territorial (Tellez,1992). Así, en las periferias de la ciudad latinoamericana, fuertemente cruzada y poblada de imaginarios rurales y urbanos, “textuales” y “gramaticales” (Lotman, 1979), estas fuertes marcas que circulan como metarrelatos semisimbólicos  cumplen esenciamente una función semiótica de territorialización o des-territorialización con respecto a las fábulas dominantes y hegemónicas.

Marcas isotópicas como “tierra de nadie”, “la calle del hambre”, “la esquina del muerto”, “barrio el olvido”, “El corozo de siquisay”, “la plaza de las cuatro bolas”, “barrio El desquite” y tantas otras, pueden leerse como marcas de división territorial difusas o plenas que chocan y se superponen, no sin dificultad, a las cartografías y mapas “oficiales”, proporcionando segundas lecturas  de la misma urbe.

 

Lo mismo puede decirse de todos los demás sistemas semisimbólicos de la ciudad latinoamericana actual: el graffiti, los sistemas de señalización no oficial, los nombres o marcadores semánticos dados por los habiantes a la arquitectura oficial , los relatos y cuentos orales sobre la ciudad, las representaciones visuales mágico-religiosas , los signos y símbolos de las culturas urbanas populares, etc.

 

 

8. VISIBLE/LEGIBLE: las previsiones del lector in urbis.

 

Se produce entonces la llegada a un nivel donde el lector in urbis puede efectuar previsiones: Previsiones sobre la imagen global de la ciudad, sobre el desarrollo y conclusión de un itinerario, previsiones sobre lo que no es visible pero si legible.  El lector puede anticipar (y verse luego “traicionado” o confirmado) el desarrollo de la narración urbana.

Así, en la lectura de textos urbanos dotados de determinados niveles de coherencia isotópica, el viajero interior, sin tener posibilidad de acceso a un metalenguaje de conjunto (un mapa o esquema global del territorio urbano), se moverá en base a operaciones expansivas, elaboraciones de “pequeñas historias” de anticipación, a partir de los signos urbanos que se le aparecen sintéticamente. Expande el sentido condensado de los signos.

Comenzará a asignar regularidades discursivas y contenidos a las breves indicaciones o señales, impulsado a desplazarse para conectar espacios y posiblemente poder reconstruir las estrategias urbanas. Utilizará y modificará contemporáneamente su enciclopedia tratando de percibir  lo que hemos llamado autor textual, las huellas y marcas urbanas que puedan otorgarle una presencia en el texto-ciudad, como voz, estilo, tendencia, autor, autores.En esta proceso (nunca lineal) el lector in urbis debe intentar siempre reconocer lenguajes gráficos, espaciales o plásticos, ciertas homogeneidades, reiteraciones, repertorios y reglas de organización, algún nivel de “lengua” aunque sea luego para comprobar su disfuncionalidad y su cancelación: Nodos, hitos, bordes, fronteras, zonas o territorios.

 

Un texto-ciudad dispone de unas “capas” heterogéneas, organizaciones narrativas de diversa naturaleza que deben ser puestas en discurso  por un lector in urbis que se desplaza.

Este desplazamiento, que bien puede inscribirse, por ejemplo, en una secuencia aspectual (dentro de la semiótica generativa) de fases incoativas, durativas, terminativas, y que no debe concebirse únicamente como “fisico”  en sentido estricto sino también y sobre todo como mental y cognitivo. Es el que hace posible la reconstrucción (bien como imagen, bien como hipótesis) del texto y de su cartografía local, enciclopédica.  Es también lo que define los recorridos que ofrecen ciertas cartografías massmediaticas locales o globales  (la red radial, la red informática interactiva, la red creada por los medios masivos audiovisuales,etc).Pensemos en la ciudad prefigurada mentalmente a través de la televisión, de la radio o como red interconectada de sistemas de comunicación e información.

 

9. IDEOLOGIAS DE LO URBANO

 

El lector in urbis  puede efectuar también macroprosiciones  más abstractas que las narrativas: reconocer roles actanciales, funciones y programas narrativos (Greimas,1972,1980). El lector in urbis debería  comprender las relaciones “profundas” sobre las que descansan las manifestaciones “superficiales” del texto-ciudad. Identificar una ideología significaría identificar un código propiamente dicho (a diferencia del nivel de los actantes que se presenta como s-código), y por tanto ubicar también un sistema de correlaciones que dificulta o cancela la aprehensión de un espectro de posibles alternativas. Podemos pues identificar de nuevo las ideologías en dos sentidos: como imaginarios o representaciones simbólicas y semisimbólicas, gramáticas que dibujan, limitan territorios y como logotécnicas (Barthes,1969) o lenguajes ‘artificiales” reductores, que se sobreimponen al territorio urbano cancelando su estratificación semiológica  (Barthes 1991, Choay 1992)

Imaginarios ,logotécnicas  e ideologías de lo urbano se oponen en un juego de confrontaciones y remisiones.

                                                                                                          

 

 

10. TEXTO CIUDAD COMO CAMPO SEMANTICO GLOBAL: de la isotopía y el topic  a la enciclopedia.

 

Admitamos ahora como hipótesis la indescriptibilidad del texto-ciudad como universo semántico global   (Eco, 1984).

Al hacer esto dejamos de lado la posibilidad de determinar uno o algunos niveles de coherencia del texto-ciudad como totalizadores de lo que es  la ciudad: la  imposibilidad de  la posesión, de una vez por todas, del mapa global del sentido del texto ciudad.

Es decir, el diagrama mental imposible de todas las redes de propiedades interconectadas es anestesiado y  el lector únicamente expande  o actualiza una parte de la enciclopedia de la urbe. El thesaurus urbano permanece como virtualidad. Este procedimiento permite además de otras cosas, explicarse el problema de la pluralidad de lecturas y lenguajes de la urbe, en su condición de sistema pluricódico y pluri-isotópico. El espectro semántico global de un texto urbano o urbema (barrio, plaza, avenida, esquina, monumento, entrada del metro, etc.) se actualiza por determinados topics que orientan el uso-lectura: habrían pues marcadores de topic  en el texto que proceden de las inferencias (abducciones) que el lector efectúa sobre determinadas regularidades discursivas o isotopías de lectura: plástica-figurativa, tecnológica,  política.

El lector enlaza el nivel semántico (isotopía) con el nivel pragmático (topic) y sencillamente porqué se considera al texto-ciudad como resultado de una práctica significante cuya producción de sentido requiere  de la participación del lector (elusuario, el habitante ) que “llena” los vacíos textuales.

 

En la figura 1 (siguiendo uno de los modelos propuestos por Eco) se representa este meta-recorrido, desde las tramas a las fabulae urbanas: desde la inserción en el texto manifestado como tramas hasta los niveles más abstractos de las estructuras ideológicas, actanciales y narrativas. En este esquema, una zona muy importante (y que veremos se hace patente en el caso de la lectura de la ciudad actual) es la correspondiente a los mundos posibles, las previsiones y los paseos inferenciales: lugar del topic y de los cuadros o frames intertextuales. A través de hipótesis y selecciones contextuales, hipercodificaciones retórico-estilísticas,  cuadros cognitivos y expectativas, “frames”  funcionales, estilísticos , modos de reconocimiento tipológico (Krampen,1970), se establece el nivel de cooperación textual. En este espacio se incluyen los imaginarios y las logotécnicas como reglas de lectura fuertes o “difusas”.

 

El lector acepta o no el “reto”, el juego de internarse en la trama urbana, siguiendo las indicaciones, las funciones sígnicas que de alguna forma están organizadas en el texto-ciudad.La misma forma de los edificios, su disposición espacial, las formas urbanas de conjunto, las calles y avenidas, los elementos o hitos conmemorativos ( monumentos, símbolos arquitectónicos) son verdaderas unidades del discurso que proponen la activación de determinadas enciclopedias locales.Algunos de estos urbemas se conectan con otros en forma de grandes enunciados mientras que otros tienden a “cerrarse” y configurar un discurso bastante autónomo ( pensemos en el  primer museo Guggenheim de Wright , en el más reciente proyecto de Frank Gehry en Bilbao ,o sin ir mas lejos en toda la visión del rascacielos americano como signo anti-ciudad) .Colocado o seleccionado un itinerario dentro del texto ( y cada ciudad posee muchos itinerarios de lectura posibles) el lector puede o no aceptar, ser seducido o no por la trama de indicios y de signos allí dispuestos.La aspectualización urbana de algunos elementos puede ser de tal modo que el lector se confabule con la ciudad y decida plenamente seguir sus trazas, proponiendo topics e intentando actualizar las enciclopedias propuestas .

 

Si es un “habitante normal” de un sector de la ciudad intentará activar la misma actitud cooperativa sobre todo cuando explore zonas nuevas o no visitadas.Si es un viajante o turista se internará guiado por algún recurso metalinguístico( un mapa, una guía, un comentario).Otro tipo de lector podrá ir más allá en la lectura ( el arquitecto, el historiador) y leerá la ciudad a través de entradas enciclopédicas que suponen otro tipo de competencia, incluso con el objetivo de transformar el texto y proponer la aparición de otro discurso, otro enunciado ( el proyecto, el diseño ).                                                                                                       

 

Las formas por las cuales el lector in fabula  es orientado  hacia el topic son de extrema importancia: los indicadores “urbanos” o “urbanísticos”, las señales explícitas o ocultas, los trayectos figurativos “permanentes” o fragmentados, el universo de las señalizaciones de “imagen corporativa”, las señales no oficiales, las letragrafías y escrituras , los nuevos sistemas semisimbólicos urbanos inventados por los habitantes de las periferias e “islas” urbanas.(Canclini,  1993. Barbero, 1995. Mangieri, 1996 ).

 

11. LOS LIMITES DEL TEXTO: las fronteras del texto-ciudad.

 

Si el topic fija los límites  del texto, se puede considerar que desde el “interior” del texto-ciudad  hay cierto nivel de regularidad que orienta, estimula la producción del topic. Pero finalmente el topic es un instrumento metatextual: son previsiones y paseos inferenciales  que conectan la actividad del lector con lo extratextual y las enciclopedias, abriendo la posibilidad de referirnos a un tipo diverso de lector in urbis .

Esto además permite insistir sobre una imagen del texto donde la noción de límite, sin diluirse  recobre una consistencia operativa y teórica que permita, entre otras cosas, dialogar con la densidad y complejidad de los lenguajes-objetos abordados y entre éstos la ciudad actual como texto, como lugar de producción de sentido y de fenómenos de comunicación heterogéneos irreductibles a un código fundamental, a un único modelo topológico.

 

12. LECTOR IN URBIS, LECTOR LIMINAR

 

Ese lugar teórico del topic, de la conjetura, y además de la manifestación de estructuras si se quiere más periféricas del texto, es del texto pero al  mismo tiempo no lo es: Lo configura pero al mismo tiempo lo abre, lo conecta con otras posibles textualidades. Lugar del lìmite de la interpretación pero en el sentido de liminar (Ferraresi, 1989). Es el espacio de “frontera”, virtualmente y probabilísticamente abierto a otros textos y a lo extratextual.

En este espacio teórico el lector in urbis  se define por actos de decisión, duda, invención, escogencias, intuiciones de futuros eventos, anticipaciones de mundosEs el lugar del lector “tramado” con la ciudad y la no-ciudad al mismo tiempo, un meta-lector en el pleno sentido del término.Peirce nos hablaría del “momento icónico” del texto.

Ahora bien, demos un paso más, digamos que este espacio de metalecturas, de lo liminar, es el espacio sígnico de todos los metalenguajes que “hablan” la ciudad, lo urbano, desde la publicidad, los relatos orales, los films, las obras literarias, los imaginarios, hasta las logotécnicas y metadiscursos que hemos nombrado como “urbanísticos”. Incluso las utopías de la ciudad (que  serían mundos posibles) se abren un lugar en el movimiento cognitivo-abductivo  del lector liminar, del lector in urbis.

Veremos, como tipología confrontada con la realidad latinoamericana o europea, que el lector liminar de la urbe es también construído-deconstruído por redes e imaginarios urbanos-urbanísticos que van  mas allá de un particular itinerario para vincular de la lectura-uso particular con enciclopedias globales pero cuya representación metalinguística es “dificultosa” sino imposible.

Se dibuja  esta condición espacial del lector liminar  que ocupa metafóricamente el lugar del limítrofe de un corpus textual que a su vez se articula con espacios mas amplios. Lugar de conexión y expansión posible con otros textos .Son los lugares de frontera en el modelo de la Semiósfera de Lotman.

Este espacio limítrofe, fronterizo, “marginal” y periférico del lector in urbis, nos parece una noción adecuada para abordar y entender la ciudad actual sin abandonar la noción de límite del texto como umbral interpretativo La ciudad contemporánea, como “textualidad”, a medio camino entre localismos y globalizaciones, permeada contínuamente por conflictos entre lenguajes “regionales” y lenguajes unificadores, sin límites precisos y fragmentada, permeada y soportada intensamente por metatextos y representaciones que la narran desde ángulos diversos, solo podría ser leída nuevamente con mayor eficacia si partimos de nociones como la de  un lector liminar ,  un lector in urbis que partiendo de este espacio de transición se “adentraría” progresivamente en el texto urbano hasta el nivel de las fábulas o topoi más abstractos.

Pero este parecería un esquema teórico difícil de sostener por mucho tiempo, sobre todo en el caso de la ciudad contemporánea cuyos topoi,  las estructuras topológicas que la deberían narrar desde una suerte de lugar “profundo” de la estructura, no conforman en absoluto un horizonte  seguro.

El problema es pues la formalización-descripción de las lógicas urbanas de la ciudad actual, de la urbe.

 

13. FRAMES ENCICLOPEDICOS  E HIPOTESIS TEXTUALES

 

Digamos que en su “viaje” entre las tramas y las fábulas urbanas el lector in urbis  debería recurrir  a toda su competencia intertextual, desde “fábulas prefabricadas” o esquemas fuertes que precondicionan las lecturas o topoi-narrativos urbanos (o urbanísticos), hasta frames  menos codificados o abiertos.Así por ejemplo un texto urbano prescribe de antemano , por ejemplo a través de una guía turística o un saber instituído socialmente que tal o cual avenida o recorrido es el más importante y que no hay que dejar de ver para no perder el significado de una ciudad.Pero el visitante decide arriesgar otra ruta y proponer(se)

encontrar otro itinerario periférico, un atajo al sentido dispuesto por el texto.El tomar estos atajos supone activar una mayor competencia intertextual ya no únicamenre referida a los metalenguajes explícitos ( mapas, guías, comentarios de los habitantes).

La ciudad se describe oficialmente como integración de estratos históricos de sentido que se acumulan pasando por la ciudad antigua hasta las capas de significación introducidas por el modelo de la city  y del planning norteamericano de los años 60 y 70 o los nuevos instrumentos de diseño de la modernidad y la postmodernidad .Barthes se refería a las Logotécnicas parciales o “globales” que promueven procesos de hipercodificación ideológica y que plantean también esquemas retórico-narrativos a veces extensibles a toda una cultura local. Un texto-ciudad es entonces análogo a una posible representación enciclopédica de frames (intertextuales o no) de diversas “escalas de lectura” o percepción. En este caso podemos hablar de “cuadros históricos” o “genealógicos” que se acumulan y superponen y que deberían determinar buena parte de los itinerarios del lector in urbis.

La competencia intertextual, como periferia extrema de la enciclopedia. abarca “todos los sistemas semióticos con los cuales el lector esté familiarizado”  (Eco,1979).Este es el mismo lugar del texto que alberga la producción de topics,  la actividad liminar de la conjetura libre pero estimulada-promovida por el texto.

El espacio o zona de la competencia enciclopédica-intertextual es la dimensión “interna”, intensional o propiamente semántica del acto interpretativo; la zona de las hipótesis textuales es la dimensión “externa”, extensional o pragmática de la lectura.

El lector in urbis “trabaja” por “microprosiciones narrativas” viajando entre los signos de dislocaciones, saltos, acumulaciones, anticipaciones, indicadas en la trama urbana. Se mueve en el laberinto del discurso por topics y cuadros completando,inventando cada vez el texto urbano. Eco nos hablaría de “movimientos cooperativos sintéticos” que pueden dar origen a la aprehensión de una “figura global” de la urbe, a un mapa del territorio o “macroproposición narrativa”. Estamos ya en el universo de la fábula ( ver Fig.1).

Pero la urbe actual es multiforme, textual y gramatical a la vez (Lotman 1979) y esto en un sentido mucho mas intenso que en la ciudad medioeval o historicista.

Si un topos existe o es leído es porqué es necesariamente textual en el sentido aquí expuesto y también en el sentido,por ejemplo, de la noción de texto en Lotman, Bakhtine y Kristeva. Son topoi globales pero virtuales, generalmente orales, audiovisivos, massmediáticos, que iconizan intensamente la imagen topológica de una trama o de redes (de conexión, interactivas, etc) de “territorios particulares” o “zonas de sentido” donde, y esto si parece un rasgo bastante universal, los espacios de frontera, son leídos como intensos lugares de tránsito y de desplazamiento, de travesías. El modelo de la ciudad actual postindustrial se correspondería mucho más a este esquema que a la prefiguración de una topología  desde una visión exclusivamente "interna"( Lotman,1979).

Como apuntamos al referirnos a lo liminar, el lector in urbis adoptaría una “actitud proposicional”: cree, piensa, espera, pronostica, se imagina estados posibles, eventos posibles, mundos. Entra en estado de expectativa e intenta colaborar hacia la fábula anticipando estados “narrativos”.Puede ser defraudado o no. Y recurre al topos, a lo que Barthes llamó “códigos proairéticos”. Sale del texto para volver a él, efectúa paseos azarosos, físicos y cognitivos, asimilando las señales urbanìsticas o inventando otras posibles dentro de la relación “interactiva” con el texto.

 

 

 

14. MUNDOS POSIBLES, MUNDOS DE REFERENCIA:

       Mundos construidos/Mundos nombrados.

 

“Es difícil que sea posible establecer las condiciones de previsión de los estados de la fábula sin construir una noción de mundo posible”. U.Eco,op.cit,p.180.

 

En el transcurso de la lectura urbana se configuran mundos posibles imaginados, esperados, deseados, por el lector y previstos en el texto como “probables movimientos” del lector in urbis (Fig.1).

Mundos posibles urbanos como “posibles” sociosemióticamente y no ontológicamente. Como mundo cultural amueblado, como mundos textuales, representaciones más o menos densas  de universos narrativos. Si hablamos de narración es e el sentido de cambios orientados en el espacio-tiempo y entre dos estados (inicial y final). Mundo posible como “desarrollo de acontecimientos posibles” y que dependerá de “alguien” (confabulado en el texto) que lo imagina, sueña, afirma o espera.

Casi toda la señalización urbana prefigura mundos posibles. Los nombres propios asignados a calles y espacios, a edificios o avenidas, a espacios urbanos (“histórico-conmemorativos” o provenientes de imaginarios locales no oficiales) permiten el acceso a un mundo posible más o menos organizado. La trama de signos arquitectónicos, con sus diferentes densidades semiológicas (Choay,1972) remite tambièn a mundos posibles con sus lógicas particulares: estilemas, signos hipercodificados como iconografías, estimulos programados, calcos, huellas, ostensiones ( Eco,1975).

 

Podríamos decir que toda arquitectura y urbanismo implican como discursos figurativos y plásticos  “incrustaciones de mundos” bien sea bajo la forma de la utopía, la alotopía, la ucronía o la metatopía. Desde el “espíritu” de la arquitectura de anticipación (metatopías) de ciertos  futurismos, eclecticismos y revivals, pasando, por ejemplo, por la ucronía de Soleri y Archigram, hasta la utopía (mundo que existe pero que es aún “inaccesible”) de buena parte del expresionismo.O el mundo posible aún prefigurado en la arquitectura actual norteamericana, suerte de anti-ciudad y ciudad al mismo tiempo en la cual el texto-ciudad se resuelve en la tensión entre la cuadrícula teóricamente infinita y la verticalidad del edificio de acero y vidrio casi completamente autónomo. Es en definitiva el sistema cultural el que fija inicialmente el funcionamiento de un mundo posible y la alternativa de transformabilidad y accesibilidad entre mundos: entre un mundo que se toma como mundo de referencia y los mundos posibles prefigurados. Una representación global de la enciclopedia urbana debería de registrar estas relaciones y leyes de correspondencia asumiendo en su interior las lógicas “normales” y “aberrantes”. Mucho mas en el caso de los textos urbanos contemporáneos que solo son comprensibles como aglomeración de lógicas que responden a imaginarios locales diversos y cambiantes.

Aquí se dibujaría una importante diferencia y que puede abrirle campo al semiólogo urbano: se trata de la correlación que puede hacerse entre dos oposiciones, dos estructuras minimales para instituir provisionalmente un código general:

 

            Imaginario urbano vs   Logotécnica           o            Mundo construído vs   Mundo nombrado.

 

En efecto, los mundos posibles de las logotécnicas  serían adscrivibles a mundos nombrados, “apuntados” unicamente, señalados pero no construídos. Estable no significa “permanente” o “immanente” sino registrado, internalizado suficientemente en una enciclopedia de lo urbano:

Calles, plazas, espacios públicos o privados, esquinas, edificios, autopistas, avenidas, son nombradas, etiquetadas pero no “construyen” suficientemente la lógica de un mundo posible. El texto-ciudad “no enumera”, no narra todas las propiedades posibles. A menudo, a cada cambio de gobierno local, los arquitectos y urbanistas minicipales y regionales se afanan por ‘etiquetar” de nuevo los espacios urbanos: Es sintomático, por ejemplo, el cambio de nombre de una plaza, de un monumento, el cambio de colores de fachadas, el diseño de sistemas de señalización urbanística, la re-inauguración de un mismo edificio como sede de nuevos usos gubernamentales, etc. Son operaciones “textuales” adscrivibles a la noción de mundos nombrados y apuntados más que construídos. En la zona semiótica de los imaginarios urbanos, en cambio se construyen mundos “muy amueblados”, dotados de individuos y propiedades descritas con detalle y que alcanzan por ello un fuerte efecto de verosimilitud y de credibilidad social: la ciudad, sus espacios, edificios, son narrados, marcados, incorporados a la lectura de un sujeto colectivo(local o global) que los resemantiza en el interior de enciclopedias propiamente dichas. Así, por ejemplo, el “nombramiento” de una calle o esquina más que “etiqueta” es “bautizo” o “estigma”, simbolización más que señalización : “Gimnasio cubierto polideportivo” es reemplazado por “El sombrero del general ”,  o “Calle 13a-5”  reemplazada por “la calle de la sombra ”, o “avenida de los locos”. Diría que mientras que  mientras en el primer caso estamos más frente a un Diccionario que una Enciclopedia en el segundo ocurre lo contrario.

 

Aquí cabría todo un largo pero interesante excursus sobre los cambios de efectos de realidad de los mundos construídos/nombrados en las diversas épocas de la arquitectura urbana, sus procedimientos “enciclopédicos” o “diccionariales”. Pensemos por un momento, desde esta perspectiva, en las diferencias y relaciones entre los mundos posibles del Gótico, del Eclecticismo, del Modernismo y Art Noveau, de la Modernidad, de la Post-modernidad, en fin de las arquitecturas latinoamericanas permeadas por múltiples procesos de “mestizaje"  y de hibridación cultural                                                                                                                        

¿Qué serie o conjunto de mundos posibles (fragmentados, contínuos) están inscritos en toda la actual arquitectura urbana de una ciudad como Barcelona?: Un libro como la “Guía secreta de Barcelona” es un metatexto tan válido hoy como los geométricos itinerarios de autobuses o las guías para turistas y el actual plano regulador de densidades y flujos. La ciudad-texto se transforma en un espacio narrativo ficcional del mismo modo que en el film o en la literatura.

Pero no debemos ubicar al mundo urbano apuntado en un nivel de valoración que lo muestre como “inferior” al mundo construído. Sobre todo porqué si bien desde una determinada visión semiótica esto puede suceder, no está comprobado que la gente que usa hoy las ciudades no pueda producir efectos de sentido y procesos de comunicación al margen de una lógica de mundos construídos o almenos de mundos muy construídos. Es bastante probable, en cambio, que nuevos tipos de lectores in urbis, que denominaría metafóricamente como lector in tribus, determinen como contraparte semiologica la definición de un texto-ciudad diverso.  Lo interesante es que  este lector in tribus  es  también  homologable al lector liminar  del cual hemos hablado pues ocupa espacios limítrofes, inter y extra textuales, periferias.

 

 

 

 

 

 

 

15. LECTOR IN TRIBUS - LECTOR IN URBIS: Las ‘nuevas tribus´. Rituales urbanos y significación.

 

Las ciudades actuales “viven”, "funcionan” por zonas, por sectores (¿no habrá sido siempre asi?). Las zonas funcionales se invaden y se territorializan, se simbolizan mediante mapas cognitivos, topologías diversas (posiblemente reductibles a algunos invariantes).

Las ciudades se van configurando según lo que los antropólogos y sociólogos denominan como los “nuevos modos de estar juntos”, una suerte de combinación de “redes virtuales” o virtualizantes que se superponen a la ciudad física. Modos nómades de habitar-leer la ciudad .Esto supone estar atentos a nuevos modos de construcción significante. Al surgimiento de formas de comunicación urbana y de procesos de identificación local aún inexplorados (Augé 1993, Attali 1992).

La noción de ‘tribu urbana, tomada de las propuestas de Michel Maffesoli no es tan aventurada y de hecho es considerada actualmente en los estudios sociológicos sobre la ciudad contemporánea (la urbe, la megalópolis). Ciudad de fronteras inestables, oscilando entre procesos de desterritorialización-territorializción, sede de mestizajes e impurezas. Lugar casi perfecto para homologar teòricamente la noción de enciclopedia global  como “territorio”  irrepresentable. Este tipo de ciudad (a medio camino entre lo que se ha denominado modernidad/postmodernidad) que acude a metatextos que simulan la represetación de una ciudad completa pero que, al mismo tiempo vive de juegos territoriales, rituales de grupo que se apropian de espacios transformándolos en lugares.

 

En Murcia,Alicante, Barcelona,Bologna, Roma, Caracas, Bogotá,Sao Paulo y en otras ciudades, me tocaba asistir como “extranjero” a las procesiones de verdaderas tribus de la noche, grupos de jóvenes y adultos que de Viernes a Domingo toman la ciudad y la resemantizan a través de itinerarios particulares, quebrando la división entre público y privado, metaforizando la posibilidad de un territorio dividido de otra forma; miniterritorios nocturnos que indicarían la arbitraria artificialidad de las demarcaciones del día. La ciudad aquí debe ser estudiada desde la perspectiva heterogénea de estos grupos nómades (Canclini,1993. Barbero,1994.Augé,1992). Vestidos de negro, blanco y rojo invaden prácticamente la ciudad “histórica” transformándola de monumental en episódica, en viaje entre “estaciones” probables donde se establecen por “pactos” los encuentros y las salidas hacia otros lugares.

 

Igualmente  debemos desviar nuestra visión hacia  las nuevas culturas híbridas que construyen nuevas enciclopedias locales  de uso de la ciudad, influídas por las culturas textuales del video, del multimedia, de la radio, el cine. Discursos de fragmentación-recomposición que se acercan a las operaciones textuales de ese lector liminar que hemos venido mencionando.

El lector in tribus es un lector liminar del texto-ciudad, construye y deconstruye el sentido de lo urbano; apoyado en redes (“prótesis”, "extensiones”, “simulacros”) que le proporcionarían una imagen global provisoria se mueve en el territorio en forma de programas narrativos "cortos”, “pequeñas conjeturas de grupo”. La visión tribal es necesariamente “local”.  Pero aquí podríamos equivocarnos en dos sentidos:

 

-No estamos frente al modelo de la “sociedad cerrada”, que funciona completamente sobre la composición-recomposiciòn del mismo mito, en el sentido de la antropología estructural de Lévi Strauss o según un modelo canónico-topológico immanente (Greimas, 1972). Los bricoleurs urbanos actuales no son iguales a los “indígenas” brasileiros.

-Y tampoco estamos necesariamente frente a la culminación apocalíptica de la era del simulacro (Baudrillard). Estos lectores neotribales del texto urbano no son “inocentes víctimas”de las redes virtuales sino que,por el contrario, parecen enseñarnos de algún modo nuevos usos-interpretaciones no previstos en la relación texto-enciclopedia. Al igual que en los años 70 (Eco, Fabbri 1972)ocurre aqui promover dentro de la semiótica del espacio urbano el debate teórico contra el viejo paradigma del “terror de la imagen” y preguntarse en serio ¿qué hace la gente  con el texto-ciudad y como se confabula  con sus tramas?

 

 

16. AVENTURAS DE FRONTERA

 

“La ciudad está en todas partes y en ninguna...” J.L.Borges

 

Las ciudades actuales serían entonces más comprensibles a través de la noción de un lector liminar, un lector in tribus, por el hecho de prefigurar textualmente un habitante de fronteras, de lugares hìbridos, de construcción y deconstrucción de los sistemas y signos de referencia en lapsos de tiempo mucho más acelerados que en épocas anteriores. Y viene a la mente una bella frase de Bakhtine:“...el evento del texto, su esencia, intercorre siempre a lo largo de las fronteras, entre dos consciencias”

 

El texto-ciudad (y sobre todo respecto a la ciudad latinoamericana) es un texto mucho más comprensible como cruce de fronteras que separan y unen a la vez múltiples imaginarios urbanos. Territorios apropiados por encima de las logotécnicas reductoras de la significación (Choay,1976) ,los signos y códigos impuestos por los “especialistas” de la urbe. Es más relevante hoy estudiar los fenómenos “fronterizos urbanos”, lugares del mestizaje simbólico,  los espacios plurales: Haciendo una importante distinción (Ferraresi,1989), es más interesante ocuparse de los planos textuales que incluyen al texto-ciudad en otros textos, que de niveles textuales, es decir, de estructuras “internas” del texto.

Sería algo similar, a un pequeño pero no menos importante desplazamiento de  uno de los paradigmas metodològicos de la semiótica textual aplicada a lo urbano. La misma noción cultural de hipertexto, por ejemplo, motiva a todo esto, así como también el uso de de metáforas muy poderosas: “redes virtuales”,” “ciberspace”, “viaje virtual”, ”mapa audiovisual”. Los nuevos usos del espacio arquitectónico-urbano parecen más que nunca presentarse como intensamente marcados por el “juego de la trama”, lo liminar y la abducción.

La ciudad-texto contemporánea parecería entonces privilegiar conexiones sintácticas en el espacio más que experiencias temporales: en vez de Heiddeger o Proust es la táctica y estrategia del videogame, pero también el “cuerpo ciego” de Ulises. La tribu fragmentaria ganaría espacio frente a la gran narración urbanística (Canclini, 1993).

Así que pasan a primer plano los rituales de demarcación y los procesos cognitivos y perceptivos de  referencialización a los mundos posibles construídos en los imaginarios socioculturales, incluyendo también en éstos todas las narraciones que la gente efectúa a partir de las logotécnicas y los mensajes massmediáticos oficiales.

El texto-ciudad latinoamericano es intertexto y palipmsesto, lugar de frontera, borde vivo de intercambio. Pero precisamente desde una frontera que no alterna (como sí ocurre en Europa) con un “centro” cuya logotécnica es muy  densa, gramatical  mas que textual  (Lotman 1979). En otros lugares que funcionan como metalenguaje de la ciudad, la literatura por ejemplo, hallamos las confirmaciones de esta mirada:

 

“..ciudad negra o colérica o mansa o cruel o fastidiosa nada más,

  sencillamente tibia...”  Efraín Huerta.

 

17.  MUNDOS APUNTADOS Y RITUALES DE  DEMARCACION URBANA

 

En estos nuevos contextos, los habitantes y usuarios deben resemantizar  contínuamente la ciudad dentro de la ausencia de un espacio público caracterizado, como estructura coherente de servicios, de señales: en una palabra en una suerte de “orfandad” de  la ciudad como discurso urbano y super-logotécnica (más o menos permanente desde la época de las dictaduras y las democracias representativas latinoamericanas últimas épocas de los grandes planes territoriales-urbanísticos).

Es una confrontación "silenciosa” y a veces violenta entre las “etiquetas”, los mundos apuntados  por los planes de turno, y los imaginarios “periféricos”, híbridos, semisimbólicos que circulan contínuamente por la ciudad. Una tensión significante entre mundos etiquetados  y mundos construídos. En este espacio textual se superpone hoy (y sobre a partir de los años 80) la cultura  de las redes informáticas, de los mundos posibles “virtuales”. Pero  éstos, a su vez, se mezclan por ejemplo con el imaginario telenovelesco y radial  de vieja data en latinoamérica, con los residuos de la cultura rural  y sus signos, sus emblemas.

 

Los lectores tribales  mantienen sin embargo rasgos de identidad comunes: habitan “fragmentos de ciudad”, estructuran espacios de frontera, disponen de un mapa virtual global y construyen  pequeños relatos cotidianos (diurnos/nocturnos) en la urbe. Son adscrivibles al modelo de lectores liminares, privilegian la sintaxis, el encadenamiento de eventos de un itinerario, son mas cercanos a la metáfora del “compañero de viaje” que al “habitante del centro urbano”. Son "apuntadores de mundos".Frente a una hipotética carencia de mundos construídos (no despreciable) no optarían tanto por afanarse en rehacerlos: más bien (cosa de singular atención) aprovechan la misma estrategia del mundo apuntado para reiventar efectos de sentido a su favor.  Por otra parte, sería una estrategia de uso de la ciudad homologable al uso de “mouse”, a la indicación de mundos a la cual estos grupos sociales están habituándose progresiva y culturalmente.

 

Esta estrategia significante de “apuntar mundos”,  la idea de lugares de paso dentro de itinerarios  demarcados simbólicamente por windows o links , la metáfora epistemológica de una suerte de cultura urbana “periférica” (que en el caso de la urbe latinoamericana adquiere un fuerte sentido de connotación), de lectores liminares  dotados de enciclopedias locales similares al modelo del hipertexto, puede ser estimulante y renovar el enfoque de las visiones teóricas o disciplinas que, como la semiótica, a veces deben reestructurarse como metalenguaje para hablar y hablarnos de nuevos procesos de significación y comunicación.

Los nuevos usos imprevistos de la ciudad actual parecen reclamarnos nuevos acercamientos metodológicos y heurísticos. Podría ocurrir que la cultura “decrete” (o quizás ya lo haya hecho) la muerte del texto a través de nuevos usos, pragmáticas del signo. O almenos la noción de texto como regularidad, coherencia, totalidad, ghestalt perceptiva. Esto no significa la pérdida apocalíptica y angustiosa de la significación, del sentido. Creo que bien podemos ya emprender con confianza (de hecho se está haciendo) una seria reformulación de la noción de la textualidad. La metáfora del intertexto, del hipertexto es provechosa y está representada, por ejemplo, en la noción de enciclopedia global  de Eco o en la noción de Semiósfera  en Lotman, en la noción de dialoguismo de Bachtin. Los actuales usos del espacio urbano motivan entonces a un nuevo acercamiento al fenómeno actual del uso-lectura de la ciudad (de nuevo) desde la narratividad y la pragmática del texto. Persiste el acecho fuerte de los de-construccionistas “hard”, amantes de la deriva total, pero como sujetos apasionados aún por un mínimo de estructura y por la idea de que en la dinámica de los procesos  se anidan “secretos códigos”  aún no descubiertos, bien vale la pena reescribir a Greimas en una suerte de fiel traducción-traición:    "Es en los límites del texto donde está la salvación" .

      

 

 

 

NIVELES DE COOPERACION TEXTUAL

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FIGURA  1. 1

 

Estructuras.......narrativas                                                      Mundos posibles

                        discursivas                                                      (construidos/nombrados)                                         

                         ideológicas

                         actanciales                                                          

                                                            

                                                                           Previsiones y paseos inferenciales

                                                                                (frames/topics.....abducciones)

                           (fabulae)                                                

                                                             

 

       TEXTO  MANIFESTADO ( tramas)

                                             

     Códigos y subcódigos                                      Circunstancias de enunciación

                  (enciclopedia )                                        (lo extratextual )

 

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FIGURA 1.2

 

LOGICAS más “profundas”                                                           TRAMAS URBANAS

de la narración urbana                                      Saltos, dislocaciones,itinerarios

    (fabulae urbana)                                          “laberinto del discurso urbano”

 

topoi-narrativos urbanos                                                                ( microproposiciones)

    (macroprosiciones)                                                                           mapas locales

    mapas globales

                             

 

                                           Movimiento del lector in urbis

                                           por topics, cuadros o “frames”

                                           referenciales e intertextuales ,

                                        por “paseo inferencial” y abducción

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              En 1.1 se representa  el movimiento cooperativo del lector in urbis basandose en el cuadro de los niveles de cooperacion textual propuesto por Eco . En 1.2 se grafica una sintesis del proceso : desde las "tramas" o "intrigas" espacio-temporales urbanas hasta el nivel de acceso a la "logica del juego urbano", las "fabulas" o logica urbanistica conformada por el encuentro de estructuras a nivel del contenido. El lector in urbis deberia poder acceder a este "nivel ultimo del texto" a traves de abducciones, paseos inferenciales, topics o "frames" inter y transtextuales.

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